Autor: D. José María Camacho Rojo, moraleño,
Doctor en Lenguas Clásicas por la Universidad de
Granada y Profesor Titular de Griego de la misma
.

           1. Moral en la literatura

 

Escasas son, por no decir nulas, las referencias a Moral de Calatrava en las literaturas hispánicas.  Y,  si alguna hay, el motivo de la alusión es un tópico, como el de las cualidades y belleza de la mujer manchega, motivo cuyo referente más conocido es el poema de Antonio Machado titulado “La mujer manchega”:

.........“ La Mancha y sus mujeres... Argamasilla, Infantes,

           Esquivias, Valdepeñas. La novia de Cervantes,

           y del manchego heroico, el ama y la sobrina [...]

           Es la mujer manchega garrida y bien plantada,

           muy sobre sí doncella, perfecta de casada.

           El sol de la caliente llanura vinariega

           quemó su piel, mas guarda frescura de bodega

           su corazón...”

                        (A. Machado, Campos de Castilla,  CXXXIV; ed. O. Macrì)

 

Cuando Camilo José Cela, de camino hacia Andalucía, pasó por la Mancha y el Campo de Calatrava, tuvo un recuerdo para Moral:

 

“El vagabundo piensa que, por todos estos pueblos, el hombre que va de camino contaría y ordenaría su andar, si no hubiera caminos, por los campanarios de las iglesias, como las cigüeñas [...] Valdepeñas, un pueblo grande extendido en la llanura [...] tiende su corpachón artesano por entre las colinas de San Cristóbal, de Castilnuevo y de las Aguzaderas, ninguna alta. El terreno sube un poco más hacia el monte que dicen Prieto, en el camino del Moral de Calatrava, el pueblo del charco Calderón [...] A la entrada de Santa Cruz de Mudela, una larga avenida de cipreses lleva hasta el cementerio [...] Las hembras de Santa Cruz gozan de justo renombre por su hermosura y hay una seguidilla manchega que la pregona:

Santa Cruz de Mudela tiene la fama
de las mejores mozas

que hay en la Mancha

            El vagabundo, sin pronunciarse por ninguna, que todas le parecen adorables y dignas de loa y encomio, recuerda que también las de Almagro y las de Moral de Calatrava inspiraron el galante piropo del guitarrero:

Yo no sé que tienen estas de Almagro
que hasta el agua bendita toman con garbo,
y las del Moral
por la boca y los ojos
derraman sal.

(C.J. Cela, Primer viaje andaluz, Barcelona, Noguer, 1961, pp. 87 y 90)

           

 

            Bastantes años después, en una columna aparecida en ABC (13 de diciembre de 1994), Cela dedicó otro breve recordatorio a Moral, con motivo de su centenario como “ciudad” (“Una ciudad cumple cien años”):

 

            “Moral de Calatrava es caserío viejo y ciudad nueva; empezó siendo un cortijo de la desaparecida e ilustre Oreto, que quedaba algo a mediodía y a orillas del río Jabalón, y fue aldea de Almagro hasta que el Rey Don Felipe IV la redimió y le dio la consideración de villa a mediados del siglo XVII, el mismo año en que nacía Leibniz y Gracián publicaba El discreto. Ahora, dentro de un par de meses, Moral de Calatrava cumple cien años como ciudad [...] A Moral de Calatrava le zurraron las guerras, todas las guerras, sobre todo las civiles, y sus habitantes tuvieron que acopiar mucha paciencia para seguir subsistiendo. Mi amigo don Wamba Carrizosa me contó que una vez que pasó por Moral de Calatrava le obsequiaron con unos gazpachos manchegos memorables en El Molino, plato al que sólo pudo encontrarle parangón con la pierna de choto asada que se zampó de otro viaje en casa de los hermanos González [...] Moral de Calatrava vive y crece, y también duerme y sueña, al socaire del cerro de San Cristóbal. Por su prosperidad y por la de todos los moraleños, ahora que cumple cien años como ciudad, brindo con un vaso de vino de Valdepeñas, del que sale de la uva cencibel, a la que algunos llaman tempranillo.”

            (C.J. Cela, El color de la mañana, Madrid,  Espasa Calpe, 1996, pp. 359-360)

 

            2. La literatura en Moral

 

            Tampoco son muchos los escritores que Moral ha dado. Pero no faltan nombres, sobre todo de poetas. Es de justicia recordar a Luis Espinosa, autor de una Ampliación y refundición de la leyenda histórica de un suceso prodigioso acaecido en Moral de Calatrava, publicado en la “imprenta y encuadernación Roldolfo Ramírez” (Moral de Calatrava, 1917).

 

            Aunque  publicaron esporádicamente y, por lo que sabemos, sólo poemas sueltos, merecen ser mencionados Antonio Prados Ledesma, Joaquín Sánchez Donoso, Enrique Adánez Guisado y Demetrio Fernández Albarrán. Reproducimos a continuación, como ejemplos de la producción poética de los dos últimos, sendos sonetos dedicados a nuestra localidad:

 

A Moral de Calatrava

.............................“Bello es mirar desde la abrupta loma

                                    el blancor de tu vasto caserío

                                    y extenderse tus campos hacia el río

                                    que en honda curva, por oriente, asoma.

                                    Tiene tu luz en el véspero aroma

                                    del tomillo que crece en el bravío,

                                    áspero monte, que, siniestro y frío,

                                    sombras ingentes en la noche toma.

                                   De oro y rosa se tiñe en la alborada

                                    la mancha de tus verdes olivares,

                                    el rojo pardo de tu tierra cálida.

                                   Y brilla en la mañana soleada

                                    la piedra de tus altos alminares,

                                    la viva faz de tu blancura pálida.”

                                              (Enrique Adánez, 1962)

 

..

.A Moral

                           “Mecida entre viñedos y olivares,

                            asomada al balcón de Andalucía,

                            te alzas, Moral, histórico vigía

                            de la Castilla eterna en sus andares.

                            Fueron recios la cuna y los sillares

                            que dieron el asiento a tu hidalguía

                            -guerrera y calatrava-, sinfonía

                            de ardientes soles en lejanos mares.

                            Eres para el trabajo diligente,

                            recoleta en la piedra que perdura,

                            abierta al caminante y al ausente.

                            Por tus calles navegan –remo y quilla-

                           veleros de horizontes y llanura.

                           Son tus gentes un lujo de Castilla.”

                                              (Demetrio Fernández, 1975)

 

            El más destacado poeta de Moral de Calatrava, por la amplitud y calidad de su obra literaria, es, sin duda, Manuel Cuevas García. Nació en Moral en 1916 y estudió en el colegio franciscano de Alcázar de San Juan. Tras la guerra civil se vio obligado a abandonar su pueblo natal y se instaló en Tavernes de Valldigna. Ha publicado los siguientes poemarios: Gritos del llano y voz del mar (Valencia, 1974),  Mi voz  herida (Valencia, 1975), Del odio a la concordia (Valencia, 1979), La Mancha en pie (Valencia, 1981), Mis tres llagas (Valencia, 1984), Tavernes en mi voz  (Valencia, 1991), Desde mi ardiente soledad (Valencia, 1994), Moral de Calatrava en mi verso (Valencia, 1998) y Epigramas (Valencia, 1999).

Escribe sobre Moral: “Es un pueblo sencillo, laborioso, cordial y muy dado a sus tradiciones. Todo lo cual, con ser mucho, por lo visto, no es lo suficiente para que el turismo haya llegado a interesarse por todo ello. Y sin embargo, un hecho mínimo, como el canto o el nido de un pájaro, un determinado lugar vivido entrañablemente, así como algún humilde personaje local, pueden poseer a veces más grandeza y ternura que todo lo suntuoso y grantilocuente, tan del agrado de la mayoría”. Del ingente número de poemas (romances, sonetos, soleares, poemas en verso libre) que ha dedicado a Moral, sirva de ejemplo el siguiente “Requiebro”:

 

                       

....................“Tendrá la nieve que aprender blancura

                        si ser blancura de tu cal quisiera;

                        y prudencia la flor que no supiera

                        que emular tu belleza es gran locura.

                        En toda la extensión de tu llanura,

                        tan hermosa al llegar la primavera,

                        no hay una flor tan bella que pudiera

                        contigo competir en hermosura.

                        Aldonza tú trocada en Dulcinea:

                        que yo, tu trovador, siempre te vea

                        tan hermosa y sencilla como ahora.

                        Y que al decir tu nombre la voz mía

                        se me inunde de orgullo y alegría,

                        ¡oh siempre tú ciudad acogedora!”

                                  (Moral de Calatrava en mi verso, p. 46)

                       


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