Abrimos esta sección dedicada a las imágenes religiosas de Moral de Calatrava, con la antigua imagen de la Virgen de la Sierra desaparecida en los tristes acontecimientos del verano de 1936. Según testimonios, fue quemada junto con otras imágenes en la plaza de la Iglesia. A pesar de haberse perdido la imagen, por fortuna se conserva casi todo su ajuar de vestidos y joyas, sin duda salvadas por manos particulares.
El historiador D. Inocente Hervás y Buendía (que ejerció su ministerio sacerdotal en Moral de 1883 a 1892), en su Diccionario Histórico Geográfico de la provincia de Ciudad Real, dice sobre la imagen de la Virgen de la Sierra: “La imagen de Nuestra Señora aunque horriblemente mutilada, para adaptarle los vestidos a la moderna, véese estar sentada, y en la esmerada ejecución de la silla, riqueza, buen gusto y arte de su dorado, en la corrección y gracia de su rostro se nota la perfección del arte, que se inició en la última mitad del siglo XIV”.
Parece que fue en el siglo XVIII, según otros testimonios, coincidiendo con la construcción de la nueva ermita, cuando sufrió la imagen un cambio radical, al hacerse vestir según el gusto estético del Barroco. Para ello hubo de ser cercenada la talla medieval perdiendo partes importantes como brazos y piernas, e incluso el Niño Jesús fue sustituido por otro de factura barroca, cuyo rostro y movimiento nada tiene que ver con el rostro hierático e inexpresivo de la virgen, propio de la época medieval. Otro cambio tuvo que ser necesariamente, elevar la estatura de la imagen, de por si pequeña, para darle la apariencia de estar de pie, mediante el uso de un armazón de madera. Una vez dispuestos estos cambios, ya quedaba preparada para ser vestida con trajes de reina. Esta detestable práctica se llevó a cabo con centenares de imágenes marianas en toda España. Con esto se pretendía humanizar las sagradas efigies y satisfacer así la devoción de la gente sencilla.
La foto que se muestra es probablemente la más antigua que se conoce hasta el momento. Siguiendo este modelo se imprimieron las primeras medallas para la hermandad en las últimas décadas de 1800. En ella puede verse a la Virgen cobijada bajo un templete muy similar al del Cristo de la Humildad. Este templete era de metal, sin que conste qué tipo del mismo y de qué calidad. Según algunos testimonios fue arrojado en tiempos de la guerra civil española a la noria de una casa de la calle de la Virgen y nunca más se supo de él. La imagen viste un traje de seda rojo-grana con motivos florales bordados en blanco que aun se conserva, así como una corona que nos ha llegado sin la aureola de rayos flamígeros y estrellas. La media luna de plata también se conserva, así como los pendientes y broche con camafeos, y las potencias del Niño Jesús. Otro detalle curioso, es que en aquella época la imagen no usaba peluca de cabello natural; lo que se ve bajo el velo es el cabello de la propia imagen tallado en madera. Más tarde, como se verá en otras fotos, se le añadirá una peluca.
.
Se trata de una fotografía curiosa: aparece la imagen bajo su característico
templete de metal usado en esta época sobre un catafalco a modo de altar
profusamente adornado con abultados ramos de flores artificiales (probablemente
de tela), candeleros con velas encendidas, sacras de altar, etc. Lleva
la corona real, que también se conserva de plata dorada y de mayor tamaño
que la que aparece en la foto anterior. Ésta ha servido de corona de gala
desde esta época hasta que fue adquirida la que hoy luce en el día de su
fiesta. Otro detalle curioso, es que puede apreciarse la mano derecha de
la Virgen que fue el único elemento que pudo ser salvado de la destrucción
y que fue posteriormente incorporado a la actual imagen. Por todos estos
detalles, podría conjeturarse que esta fotografía fue probablemente sacada
para conmemorar la salida procesional extraordinaria que tuvo lugar en
1917, al celebrarse el primer centenario del milagro atribuido a la intercesión
de Fray Julián de Piedralaves (franciscano descalzo) cuyas placas conmemorativas se conservan en la ermita de San Roque y en una casa particular de la
calle San Roque. Para dicho evento, procesionaron todas las imágenes y
las hermandades del pueblo. El hecho de que se tratara de una procesión
de caracter penitencial (Ad petendam pluviam) en petición de agua, propició
quizá la decisión de vestir a la Virgen de la Sierra con este traje morado.
Esta fotografía pudo ser tomada en las primeras décadas del siglo XX. Aquí
no aparece ya el templete metálico que aparecía en las anteriores fotos.
Esta fotografía fue usada para la impresión de estampas de devoción y sobre
todo, para la representación de la Virgen que aparece en el estandarte
que porta el hermano mayor cada año para la procesión ordinaria del 15
de agosto. El manto y la saya que viste aquí la imagen, son de seda bordada
con hilo de oro, que aun se conserva por fortuna, y sirvió durante muchos
años como vestimenta de gala para las procesiones. Igualmente corona y
alhajas se conservan. En esta época, como se puede ver, todavía no se usaban
las pelucas confeccionadas con cabello natural, sino que se mostraba el
pelo tallado en madera de la misma imagen.
Tenemos aquí una foto interesantísima por varios motivos: Se trata de una
de las últimas fotografías conocidas anteriores a la guerra civil, próxima
ya la desaparición de esta imagen. Sería tomada en los años 20 o primeros
años de la década de los 30. Al tratarse de una época tardía, las técnicas fotográficas estaban más evolucionadas y
podemos apreciar con mayor detalle sus rasgos y aspecto en general.
El lugar escogido para la toma de la foto es el camarín de la ermita, único
resto superviviente de la primitiva ermita derribada en el siglo XVIII
para construir la actual ermita mucho más amplia. Justo detrás de la Virgen,
está la puerta de entrada al camarín. Al lado izquierdo aparece parte de
un retablo de orden clásico, hoy desaparecido, que probablemente es el
retablo mencionado por el historiador D. Inocente Hervás y Buendía en su
diccionario de la Provincia. Es casi seguro que debió tratarse del retablo
del altar mayor de la primitiva ermita, aprovechado y reubicado tras la
construcción de la nueva, justo a la espalda del altar mayor. Bajo este
retablo, aparece también un altar de estilo rococó vulgarmente llamados
"de panza" por su forma sinuosa y ondulante. Por las paredes
pueden verse algunos cuadros y exvotos colgados. La imagen aparece vestida
con manto y saya de seda adamascada y bordada con motivos florales policromados.
Esta valiosa prenda aún se conserva, aunque ha sido sustituida por una
copia fiel para su mejor conservación. Aquí ya aparece con peluca de cabello
natural y llevando la misma corona que aparece en la segunda fotografía.
También podemos observar la expresión hierática de la cara de la Virgen
y comprobar su carácter medieval, a pesar de haber sufrido probables restauraciones
en las que le fueron puestos ojos de cristal, costumbre impensable en la
Edad Media, y que no aparece hasta el siglo XVIII. La hechura y el rostro
expresivo y alegre del Niño Jesús, así como las manos de la Virgen, encajan
plenamente en el barroco del XVIII.
![]() |
He aquí una de las primeras estampas impresas de la nueva imagen de nuestra patrona. El autor de la misma fue el escultor valenciano afincado en Moral de Calatrava, D. José Cortina Marco. Podemos considerarla como una versión libre de la anterior ya que cualquier parecido es nulo. Fue concebida como imagen de vestir, también llamadas "de candelero" y en ella fue incorporado el único elemento salvado de la destrucción de la anterior imagen, la mano derecha. Hay quien dice que también el Niño Jesús se salvó, pero salta a la vista la diferencia entre uno y otro y por tanto, debe rechazarse esta idea, a no ser que fuesen aprovechados algunos fragmentos del anterior. La imagen fue objeto de una restauración a mediados de los años ochenta que la embelleció considerablemente. Viste aquí la misma indumentaria que en fotografías anteriores. El escultor mencionado realizó la mayoría de las imágenes que hoy se veneran en Moral. |
Esta fotografía debió ser tomada a finales de los años 20 o principio de
los 30, y por tanto, próxima a la desaparición de la sagrada imagen. Está
tomada en el umbral de la puerta de su ermita; detalle curioso es que los
batientes de la puerta son exactamente los mismos que en la actualidad.
El magnífico trono o carroza procesional, destruido en 1936, indica el
grado de pujanza que llegó a adquirir la Hermandad en aquella época. Es
de gusto decimonónico, probablemente de color blanco y dorado; en lugar
de las faldillas usadas en a actualidad, aquí aparecen largos flecos que
le confieren un aspecto gracioso. En esta época aún no se había generalizado
el uso de flores naturales para ornamentación de estos tronos, lo que se
usaba eran flores artificiales, en este caso de metal, sobre jarrones de
inspiración greco-romana. El conjunto formado por la nube de ángeles y
la imagen de la Virgen es de alto contenido simbólico-teológico, ya que
representa a María Asunta a los cielos en cuya fiesta (15 de agosto) celebramos
a nuestra Patrona, y por otro lado, están presentes todos los elementos
que aparecen en el Apocalipsis capítulo 12, versículo 1: "Una gran
señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo
sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza". Como puede apreciarse, en lugar de llevar cubierta la cabeza con el característico
velo, se optó por exponerla a la veneración de los fieles llevando una
elaborada cabellera peinada abase de largos bucles o "tirabuzones".
La evolución en la indumentaria ha hecho que la imagen gane en naturalidad
y humanismo que exige la piedad popular.
Lunes 6 de Mayo de 1935: sorprende que en plena república y faltando tan sólo un año para estallar la guerra civil española, donde en otros lugares estaban prohibidas estas manifestaciones públicas de fervor religioso, tuviera lugar en nuestro pueblo un acto multitudinario de esta índole y magnitud. Se trataba de una procesión extraordinaria de carácter penitencial ("Ad petendam pluviam". en petición de lluvia), ante la persistente sequía que asolaba nuestros campos. Según testimonios de los que estuvieron presentes, efectivamente, la lluvia cayó y en abundancia. Muchos de los rostros que aparecen son perfectamente reconocibles para la gente mayor, y son muchas las anécdotas que se cuentan sobre esta emocionante jornada. La Virgen aparece en el mismo trono que hemos visto en las anteriores fotos, sólo que en esta se han añadido una especie de candeleros de metal rematados por bombillas y adornados con flores. La carroza va escoltada por las banderas de Acción Católica o Adoración Nocturna. Por otro lado, el aspecto que nos ofrece la plaza nos puede recordar algo al que tiene en la actualidad el Paseo de San Roque. |
Esta magnífica foto del Cristo de la Humildad sin templete, es posterior
a la anteriormente mostrada. Es también de mayor calidad técnica, donde puede
apreciarse más al detalle la hechura del Ecce-Homo. Aparece con peluca
de cabello natural y una corona metálica que aún se conserva. Se pueden
ver perfectamente los regueros de sangre que cubren su cuerpo, y que tanto
debieron impresionar a la piedad del pueblo. Era esta una talla de mayor
mérito artístico que la actual imagen que hoy se venera. Aparece entre
dos artísticos centros florales artificiales, muy en boga a principios
del siglo XX.
En esta fotografía queda inmortalizada la primera procesión de Semana Santa
del año 1940, tras la guerra civil española, con la nueva imagen de Nuestro
Padre Jesús Nazareno, la que actualmente se venera, vistiendo la túnica
de la anterior imagen salvada de la destrucción. El detalle curioso los
constituye su cabellera tallada en la madera de la misma imagen, según
la usanza andaluza.
Nuestra Señora Santa María la Mayor, también llamada de la Silla, se trataba
de una escultura tallada en madera policromada de estilo renacentista (S. XVI)
y por su fisonomía, de procedencia castellana. Imagen de grandísimo mérito
artístico, de la que no consta su procedencia. Al parecer fue venerada
en varios lugares diferentes, como la ermita antiguamente llamada de Santiago
(actualmente San Blas) y la ermita de San Roque en la cual se encontraba
cuando fue destruida en el verano de 1936. Según testimonios, estaba totalmente
dorada. Su hechura guarda mucha relación con otras esculturas de la misma
época conservadas en las provincias de Valladolid y Palencia, por lo cual
conjeturamos que puede proceder de aquellas tierras
Fotografía de fecha incierta. La imagen de San Roque que aparece aquí,
de buena calidad escultórica, se venera actualmente en un oratorio particular
de la calle de la Santa. ¿Por qué razón vemos salir de su ermita esta imagen
y no la que se venera en la actualidad?. No es nada probable que se trate
de la escultura anterior a 1936, por lo tanto, podría haber dos razones:
o bien esta fotografía fue tomada en una época de posguerra en que la Hermandad
carecía de su imagen titular, durante la cual procesionó esta otra, o bien,
puede ser que, pasada la guerra, fuese ésta la primera imagen titular y
por alguna razón hubo de ser sustituida por la actual. En cualquier caso,
invitamos a las personas que tengan noticia sobre esta cuestión, a que
nos la puedan esclarecer.
La imagen de Nuestra Señora de la Soledad, es sin duda una de las mejores
obras de arte conservadas en nuestro pueblo: tras el incendio que devastó
su humilde ermita el 29 de julio de 1869. D. Juan José Moreno sufragó la
construcción de un templo de mayor magnificencia encargando la nueva imagen que lo había de presidir,
al renombrado escultor catalán José Alcoverro y Amorós. Sirvan como punto
de referencia algunas de sus obras escultóricas más destacadas: las esculturas
de Alfonso X el Sabio y San Isidoro de Sevilla en la fachada de la Biblioteca
Nacional de Madrid. Obtuvo importantes premios en las exposiciones de Madrid
de 1895 y 1897 con medallas de primera clase; en la Exposición Universal
de Chicago (EEUU), también le fue otorgado uno de los premios. Se debe
también a su mano la imagen de la Virgen de la Peña de Francia, Patrona
provincial de Salamanca. Nuestra Soledad no fue la única obra que realizó
para nuestro pueblo, también esculpió un imponente conjunto de Cristo en
el Calvario y Santa María Magdalena, desaparecido en 1936. Por fortuna,
la Soledad pudo salvarse por encontrarse guardada en un oratorio privado
y ser sigilosamente emparedada. Se trata de una escultura de cuerpo entero
tallada en madera, aunque preparada para ser vestida. No consta que haya
sido restaurada desde su fabricación y su estado de conservación actual
es magnífico. En la presente fotografía aparece en una de las primera procesiones
de posguerra, quizá la de 1940, llevada en andas sin ningún tipo de adorno
floral. Destaca en el conjunto la sobriedad castellana, lejos de la estética
andaluza con la que hoy es presentada. La historia de esta imagen ha sido
bastante tormentosa; parece que los acontecimientos se han empeñado en
privarla de la veneración pública, ya que desde su origen ha estado envuelta
en polémicas relacionadas con la propiedad y derechos sobre la imagen,
dando lugar a que en la actualidad no pueda presidir su templo ni procesionar
por nuestras calles.
Esta fotografía es de los años 60 y muestra un detalle de la imagen. Es
impresionante el rostro dolorido de una mujer de unos 40 años y la sobriedad
de su indumentaria. Se suele comentar que cada Viernes Santo se mudaba
su rostro en mayor dolor, sin duda debido a la sugestión que produce en
algunas personas un día tan especial. Entre las curiosas anécdotas y rumores
que corren alrededor de esta sagrada efigie, se cuenta que en cierta ocasión
vinieron desde Sevilla unas personas que ofrecieron una gran suma de dinero
a sus propietarios con el fin de llevársela a la capital andaluza para
que presidiera cierta cofradía. Parece que el hecho es cierto, aunque no
se conoce con seguridad la fecha del mismo.
Texto e imagenes gentileza de Fray Antonio Miguel Trujillo de la Torre (Capuchino)